Leo porque sí y con eso debería bastar

      ¡Hola! Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad? Quizá demasiado. Ya habríais pensado que me había ido a Narnia o que mi nombre había salido en la Cosecha y estaba luchando contra otros tributos por la supervivencia en a saber dónde. Pues no. Nada más desgraciadamente lejos de la realidad que los exámenes y, en ciertos momentos, no os hacéis una idea de lo que habría deseado que Kirtash se apareciera en mi habitación y me pidiera que le acompañara a Idhún. ¡Incluso me hubiese unido al Nigromante con tal de desaparecer! Demasiada realidad para mi gusto, poco tiempo para leer...Unos auténticos Juegos del Hambre y sólo faltaba Effie diciendo: «Felices Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre de vuestra parte». Sí, la suerte sí me ha acompañado, otra cosa han sido las horas de sueño. Pero se acabó, por lo menos para mí, porque todavía hay algunos tributos en la arena enfrentándose para seguir con vida, o tener vida social estas vacaciones, como lo prefiráis. He aquí un mensaje para ellos desde el Distrito 13:

      Bueno, no me enrollo más. ¿Que por qué he decidido aparecer esta vez? Veréis, he encontrado una foto vagando por Internet, a la espera de que mi cerebro se recupere para volver a escribir esas preciosas entradas en las que hay 0 comentarios (yo no digo nada, ¿eh?), y se me ha ocurrido escribir un post sobre un tema que acostumbro a tratar bastante y que va a terminar convirtiéndose en un clásico del blog, aunque hay gente que todavía parece no darse cuenta. Vayamos por partes; primero la foto;

      Creo que la foto habla por sí misma y no hacen falta demasiadas explicaciones. ¿Qué son los libros para mi? Todo. Una única palabra basta para definir lo que más adoro en el mundo y aun así será incapaz de expresar al completo lo que siento, Para muchas personas coger un libro y sentarse a leer es una forma de pasar el rato; para otras, una obligación tediosa que les ha sido impuesta en su vida académica. Y nunca llegarán a entender lo que es para mí una de las experiencias más extrañamente mágicas que tenido la suerte de disfrutar. En otra ocasión ya hablé de la magia de los libros, pero esa razón tan intangible y sagrada, parece ser insuficiente y no evita la pregunta que muchas veces me formulan: ¿Cómo eres capaz de estar leyendo cuatro horas sin aburrirte? Me gusta, y mi respuesta debería bastar. Y no es así.
      No es un vicio, no es una obsesión. Es una necesidad. y aunque haya personas a las que les cueste creer que el leer pueda llegar a serlo, llega un momento en el que no te imaginas tu vida sin ello «estos son mis amigos, esta es mi familia». Y esto no significa que deje de prestar atención a lo que me rodea, significa que soy diferente; que busco algo más que el mundo real no puede darme; que me gusta soñar despierta; que cuando leo no veo letras, veo personas, lugares, sentimientos; significa que puedo vivir mi vida y la de cientos de personas más; que puedo hacer cosas que en la realidad sería incapaz de hacer.

      ¿Que exagero? Bien, pues hagamos una prueba a la que he decidido llamar: ¿Qué ves aquí?

No lector: el pin que se pone la rarita esa de mi clase y que salía en no sé qué película en la que salia un tío/a que estaba...
Lector: un sinsajo, un animal que el Capitolio jamás quiso crear,  símbolo de libertad, lucha, valentía, entrega a los demás, sacrificio,´persecución de un ideal. El inicio de una revolución.

No lector: ¿qué le pasa a las páginas? Hacen un buen fuego en invierno y en verano dan un airecito...
Lector: cada libro tiene un olor, especial, único, un aroma inconfundible que nos viene a la mente cuando lo recordamos y que no somos capaces de identificar con nada conocido. ´

 No lector: ¿qué pasa? Es un personaje más. ¡Sólo son letras!
Lector:  Yo te quiero y tú me quieres. Pero no perteneces a mi mundo. ¡No importa! No salgas que ya entro yo.





Bueno, yo lo dejo ahí, vosotros decidís de qué parte estáis. Y repito: hacer lo que a uno de gusta no es estar obsesionado. Todas las personas queremos ser felices y cada uno tiene que encontrar su camino hacia la propia felicidad y, si yo ya lo he hecho, aunque no lo podáis entender, lo suyo es dejarme ser feliz porque, al fin y al cabo, eso es lo que importa.