Cuando leemos, el alma del autor se nos abre y podemos llegar a conocerlo incluso mejor que si lleváramos hablando media vida. Hay cosas que nos empeñamos en ocultar por miedo a que nos juzguen o nos hagan más daño, y terminamos siendo más tímidos en la vida real que en nuestros escritos. El porqué es sencillo: en las páginas nos encontramos a nosotros mismo tal y como somos y tener miedo de que esas hojas nos hablen sería de locos.
Pues entonces muy cuerdos no debemos de estar la mayoría porque, casi con seguridad, lo primero que escribimos nos asusta: que pueda quedar muy sincero, transmitir situaciones que nos da corte comentar con los amigos, nos parecen vergonzosas o demasiado exageradas. En la vida diaria a nadie se le ocurriría decir que «sentía su corazón romperse en tantos pedazos que le sería imposible volver a unirlos de nuevo» porque resultaría muy extraño. Pero al escribir no ocurre eso o, por lo menos, ese miedo desaparece cuando ya llevas un tiempo escribiendo. El papel no muerde aunque, a veces, pueda parecerlo.
Lo más importante cuando empiezas a escribir, y es el único consejo que tengo claro y no consiste en mis meteduras de patas, es no tener miedo a resultar demasiado explícito, contar lo que quieres contar sin preocuparte lo que pensarán de ti. Escribes para desahogarte, tu historia te pertenece solo a ti y nadie salvo tú podrá narrarla. Tienes la obligación de escribirla; quizá haya alguien a quien le guste y que no te juzgue por lo que hayas escrito. Y si no es así, piensa en positivo: tu mente no estalló al quedarse llena de ideas que no te dejaban vivir. El cerebro es una parte muy importante de nuestro cuerpo, cuidémosla, y la cordura es esencial en... ¡mentira! La cordura no sirve para nada, y mucho menos para escribir. Puedes estar loco y no terminar en un psiquiátrico simplemente por ser considerado un genio. La comprobación queda a la vista, sobre todo si has tenido el placer de conocer a algún escritor o tú mismo lo eres.
Creo que me he perdido (je,je). Bueno, a lo que iba, cuando escribimos y mostramos nuestros escritos a alguien se forma un vínculo entre lector y escritor porque, aun a pesar de nosotros mismos, le estamos entregando una parte nuestra que ya no nos pertenece únicamente a nosotros. Unas veces será más grande y otras más pequeña, aunque ese intercambio siempre existirá. Aun inconscientemente, en cada página reflejamos nuestros pensamientos, empapados de nuestros sentimientos y temores, alegrías y deseos...que llegan a través de la magia de las palabras hasta las personas menos insospechadas y que, quizá, contribuyan a cambiar su vida.
Una de las razones por las que escribimos es por que podemos encontrarnos a nosotros mismos y olvidamos el miedo que genera enfrentarnos a lo que sentimos o lo que imaginamos.
ResponderEliminarBuen tema.
Un beso