Por aquel entonces vivía atrapada en la más profunda oscuridad, una prisión inquebrantable, en lo más hondo de las tinieblas y donde, lo único que escuchaba, era el latir de mi propio corazón. ¿¡Qué ser desalmado me había alejado de toda gracia conocida!? ¿No hubiera sido mejor que acabara con mi vida? A cada segundo notaba como las sombras se acercaban más, se cerraban ante mí. ¡Cuánto deseaba no haber nacido!
Sentada en el suelo, agarrando mis rodillas contra el pecho, esperaba a que llegara mi hora. Mas el tiempo no parecía transcurrir, ni siquiera daba señales de que existiera. La agonía se adueñó de mi corazón. ¿Qué había hecho yo? ¿Acaso nacer se consideraba un pecado? ¿Por qué tenía que padecer tal sufrimiento? ¿Poder ser feliz era demasiado pedir?
Sin embargo recuerdo como una vez un ser encapuchado se dirigió a mí. Sin decir palabra me agarró del brazo. ¿De dónde había salido? Nunca lo supe, ni me atrevía preguntárselo. Avanzábamos entre las tinieblas y la oscuridad no tenía intenciones de desaparecer. Entonces el ser paró, y me soltó. Extendió su brazo señalando una especie de burbuja de humo gris. Me empujó a ella.
En el suelo sentí lo que parecía ser una brisa en mi pelo. Me levanté y di un par de pasos. Una voz comenzó a hablar:
—Yo cogeré tu energía y tú disfrutarás de la libertad.
No me atreví a responder. Salvo la ligera brisa, todo seguía igual, no podía ver nada. ¿A qué se refería exactamente? Pasado un rato comencé a sentirme mal, como si robasen parte de mi esencia. Terminé desmayándome. Cuando desperté, ya no había brisa. La misma voz gritó:
—Ya no te necesito, ¡fuera!
Comencé a pensar que había vuelto al olvido en ese lugar en medio de ninguna parte y otra vez regresó mi agonía. Intenté calmarme y, a diferencia de otras veces, pude conmigo misma. Entonces pensé: “Si esa misteriosa sombra pudo crear un lugar en medio de la nada, aunque fuera con fines egoístas, ¿por qué no voy a poder yo hacer lo mismo? ¿Por qué no intentar construir mi felicidad en medio de tanta amargura? ¿Por qué tengo que dejar que absorba mi vida?”
Un rayo de luz apareció entonces, y rompió las tinieblas en dos, haciéndolas desaparecer. Podía ver un prado lleno de flores frente a mí.
Ni yo misma lo entiendo bien todavía, pero toda mi tristeza se fue. Tal vez esa oscuridad solo estuviera en mi mente y no era real, o tal vez no. Pero eso no importa porque logré ser libre y esta es mi historia.
Bonita historia, pero muy triste.
ResponderEliminarNo todo era sufrir. Al final se hizo la luz. Me encantó.
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