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sábado, 28 de marzo de 2020

LA DAMA TRISTEZA

¡Hola a todos, queridos lectores! Después de un par de años de inactividad regreso para seguir compartiendo con vosotros mis escritos. Espero que los disfrutéis. Hoy os tengo preparado un cuento que escribí hace algunas semanas.

LA DAMA TRISTEZA

Existió una vez una dama muy enferma, amante de la lectura y los buenos relatos narrados por los viajeros, que soñaba con ver con sus propios ojos, al menos, siete de las mayores maravillas que existían antes de morir. Sentía una gran tristeza, una tristeza enorme que le impulsaba a salir, a buscar, a vivir…Se presentó ante su padre y le suplicó que le permitiera embarcar en el próximo barco que zarpara del puerto con tal propósito. Su padre sonrió, cansado, no solo por los años que llevaba viendo cómo su hija se le escapaba de las manos, sino además porque él entendía cada palabra que había sido pronunciada por ella. Como general de la guardia del rey, había tenido la oportunidad de contemplar innumerables prodigios: bosques donde la luz del sol acariciaba las hojas y daba al ambiente el color de una leyenda de aventuras; músicas que arrancaban bailes del corazón y no solo de las piernas; majares que ni en sus mejores ensoñaciones había sido capaz de reproducir… Y nada de lo que había visto había sido capaz de eliminar de su alma el suspiro por algo que fuera más bello, siempre más, hermosísimo…y eterno.
—No será suficiente. Pero ve— fueron sus únicas palabras.
Al día siguiente, su barco zarpaba del puerto.  La dama miraba maravillada el subir y bajar de las olas. El paisaje sabía a sal y libertad, nada que ver con la vida que había llevado hasta entonces. Al caer la noche, asegurándose de no ser vista por ningún miembro de la tripulación, se dejó caer sobre una de las hamacas que había en cubierta y contempló el cielo: miles de estrellas guardaban secretos que los hombres jamás conseguirían desvelar por entero. El corazón le golpeó fuerte en el pecho. Pocos son aquellos que pueden contemplar aquel espectáculo, sentir el desenfreno de espíritu que provoca y una caricia del infinito.
Y, de repente, una inmensa tristeza, una melancolía que no podía eliminar, que le desgarraba la emoción y que, ala vez, formaba parte de ella. Era una amiga conocida, compañera siempre de aquellos momentos de gran felicidad que había vivido en el castillo: los festivales de verano, los bailes, las cenas, los cantos a la luz de la luna… Y luego, esa inenarrable tristeza, ese grito que se rebelaba dentro de ella.
Al amanecer llegaron al puerto de la capital. La muchacha escuchó, vivió, bailó, y, al caer la noche, se echó sobre la cama del camarote que le habían asignado en el barco y  volvió a revivir todo lo que había ocurrido aquel día. Había superado esas siete maravillas que buscaba con creces: arte, manjares, vestidos, buenas palabras…Pero sentía que su búsqueda no había concluido; la tristeza que le impulsó hacia el mar todavía seguía. ¿A dónde le conducía su búsqueda?
Durante más de un mes viajó en aquel barco, vio costas cubiertas solo de arena, bosques en los que podría haberse perdido y que nadie habría encontrado nunca, personas cuyas historias no podría olvidar nunca, sonrisas, fiestas… Con el tiempo, en todas estas cosas se fue grabando un “no es esto”.
A su vez, sentía que llegaba el tiempo de regresar a casa, que la enfermedad poco a poco le iba robando las fuerzas y, si su padre preguntaba, podría enumerar con bastante facilidad todas aquellas maravillas que había visto…Pero esa tristeza…
A los dos meses, bajó de aquel barco que le había hecho descubrir el mundo, experimentar esa libertad que tanto había deseado, conocer y ser conocida, compartir, reír… Su padre le esperaba junto al carruaje que les llevaría a casa. La miró y le costó reconocerla: su aspecto había empeorado—la enfermedad la destruiría tarde o temprano— pero el brillo de sus ojos era diferente, similar al que veía en su rostro cuando se miraba en el espejo. Y comprendió. No le preguntó, y solo dijo una frase:
—¡Bendita tristeza la que te hizo salir! La mayor de las maravillas que podrás ver nunca es ese corazón que busca, no encuentra, y sigue buscando.

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