Un abrazo, una caricia del cielo sobre el horizonte, la cercanía de dos almas que no necesitan hablarse para saber lo que tienen dentro de su corazón. Abrazar el aire y caer en vacío. Desear tomar la luna y ver cómo cada vez es más distante, tanto, que ya apenas alcanzas a tocar las entrellas, una distancia que ninguna nave puede surcar, la distancia entre el todo y la nada. Zafar el aire en un intento de poseer las nubes. Pétalos de una margarita deshojada que se lleva el viento.
¿Dónde quedaste? Te fuiste lejos, tus manos olvidaron las mías aunque es probable que quizá nunca las conocieran. Idilio de algo que nunca fue y tuvo nombre. Te recuerdo y deseo olvidarte.
El cielo ofrece una caricia al horizonte antes de caer la noche.
¿Dónde quedaste? ¿Acaso fuiste mío? ¿Acaso fue la idea de algo que nunca fue? ¿Trazos hechos con una goma de borrar, correcciones a boli en un cuaderno escrito a lápiz? ¿Acaso fuiste?
¿Acaso tuve que ser yo?
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